Nosotros
La redención es el acto de Dios por el cual nos libera de la esclavitud del pecado y nos otorga una nueva vida en Cristo. La Biblia nos enseña que la redención es un regalo de Dios que no podemos merecer ni comprar, sino que recibimos por fe en Jesús, el único que puede pagar el precio de nuestro rescate.
La palabra redención significa “comprar de nuevo” o “recuperar”. En el Antiguo Testamento, se usaba para referirse a la liberación de los israelitas de la opresión de Egipto (Éxodo 6:6) y a la recuperación de una propiedad o una persona que se había vendido o perdido (Levítico 27:31). En el Nuevo Testamento, se usa para describir la obra de Cristo en la cruz, por la cual nos compró con su sangre y nos rescató del poder del diablo (Efesios 1:7; 1 Pedro 1:19).
La redención implica varios aspectos:
- El perdón de los pecados: Dios nos ha perdonado todas nuestras transgresiones por medio de la sangre de Cristo, que es la propiciación por nuestros pecados (Efesios 1:7; Romanos 3:25). El perdón es la cancelación de la deuda que teníamos con Dios por haber quebrantado su ley. Es un acto de gracia y misericordia que nos restaura la comunión con Dios y nos libera de la culpa y la condenación.
- La justificación: Dios nos ha declarado justos por medio de la fe en Cristo, que es nuestra justicia (1 Corintios 1:30; Romanos 3:24). La justificación es el acto judicial de Dios por el cual nos reconoce como inocentes y nos acepta como sus hijos. Es un acto de amor y bondad que nos otorga una nueva posición y un nuevo estatus ante Dios y los hombres.
- La santificación: Dios nos ha separado para sí mismo por medio del Espíritu Santo, que es nuestro sello y nuestra garantía (Efesios 1:13-14; 2 Corintios 1:22). La santificación es el proceso de transformación moral y espiritual que Dios realiza en nosotros para hacernos conformes a la imagen de Cristo. Es un acto de poder y fidelidad que nos capacita para vivir una vida santa y agradable a Dios.
- La glorificación: Dios nos ha destinado a compartir su gloria por medio de la resurrección y la adopción (Romanos 8:23; Colosenses 3:4). La glorificación es el cumplimiento final y definitivo de nuestra redención, cuando seremos liberados de toda corrupción y aflicción, y veremos a Dios cara a cara. Es un acto de esperanza y victoria que nos asegura una herencia eterna e incorruptible.
La redención es, pues, una obra maravillosa de Dios que abarca todo nuestro ser y toda nuestra historia. Es una obra que solo él podía realizar, y que solo él merece recibir toda la alabanza y la gloria. Como dice el apóstol Pedro:
“Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva y recibamos una herencia indestructible, incontaminada e inmarchitable. Esta herencia se guarda en el cielo para ustedes.” (1 Pedro 1:3-4).